Años antes del final del siglo anterior, algunos suponían un cambio significativo en la conciencia del ser humano. Pensaban y sostenían que en siglo se daría un renacimiento espiritual de la humanidad. Como consecuencia, el milenio que estamos viviendo estaría lleno de paz, armonía entre los individuos y con la naturaleza.
¿Qué ha sucedido con esas expectativas? ¿Se ha logrado llegar a ese estadio de desarrollo espiritual? Basta ver las noticias para estar conscientes que la realidad se aleja por mucho de aquellos ideales. La muerte, la destrucción sistemática del planeta, las drogas, guerras sin sentido cobran muchas vidas y alimentan un pesimismo que se arraiga cada día en la mente y sentimiento del ser humano.
Aunque parecería que hemos perdido la dirección y el sentido, aún así debemos convencernos que podemos hacer algo al respecto. Para ello, primero debemos estar conscientes que cada uno de nosotros somos responsables del cambio. Éste no depende de nadie ni fuerzas ajenas a uno, esta dentro de nosotros mismos la capacidad de transformación del mundo.
Recuperar el sentido de la humanidad para la búsqueda de la felicidad, el bien supremo y finalidad del ser humano en el tránsito terrestre, debe ser una tarea prioritaria de cada uno de nosotros. No podemos pasar por alto, que por el mismo avance tecnológico somos capaces de autodestruirnos en cuestión de minutos ¡No dejemos que eso pase! ¡Luchemos por un mundo más feliz!… un mundo que respete los valores universales y aquellos que son de la experiencia concreta de los individuos.
Podemos hacerlo, solamente falta la decisión y el compromiso de cada uno de nosotros
¿Le entramos?


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