En el caso concreto de la educación básica, independientemente de las metodologías de evaluación de las asignaturas y estilos académicos institucionales o particulares de los docentes, la evaluación se regula con las normas establecidas en el Acuerdo 200 emitido por la Secretaría de Educación Pública.
 En dicho Acuerdo se establece, entre otras cosas, que los períodos de evaluación se dividen en cinco bimestres, siendo al final de estos promediables para determinar la calificación final del estudiante. Al mismo tiempo, establece una escala de calificaciones a manifestarse en la boleta, que va de 5 al 10, siendo la primera la nota reprobatoria, y por lo tanto, quedan los números 6, 7, 8, 9, y 10 para indicar el logro del estudiantes con la condición aprobatoria.
 Siguiendo una lógica matemática simple, y en muchas ocasiones utilizada por los mismos alumnos, para sacar al mínima aprobatoria al final, es decir 6, se requiere sumar con las calificaciones bimestrales obtenidas unos 30 puntos, que dividido en los cinco bimestres arrojan ese puntaje.
 De tal forma, que si un alumno asegura el puntaje de 30 en los primeros bimestres, aún con el mínimo esfuerzo puede pasar la asignatura, aún cuando afecte el promedio general no tan significativamente, ya que según la escala, en la boleta oficial no se puede manifestar una calificación menor de 5.
 Un ejemplo práctico: si en los tres primeros bimestres el alumno ya aseguro 8 de calificación en cada uno, aún cuando su esfuerzo disminuya significativamente, en la boleta se le tendrá, aunque merezca por su trabajo menor puntaje, un 5 en cada uno de los dos últimos períodos,. La suma de las calificaciones daría 34 puntos y con ello la aprobación sin problema la asignatura.
 Esta es una de las razones por las cuales, los alumnos al llegar al final de un curso escolar aplicando la lógica matemática descrita, su esfuerzo por mejorar se vea opacado, simplemente por la necesidad de aprobar. Claro que no son todos, ni una mayoría, o por lo menos eso esperamos, pero es una realidad que se vive en las aulas el estar en el cierre del año.
 Hoy en día que las pruebas de CENEVAL y las que se realizan otras organizaciones dan resultados más que desastrosos de una realidad educativa, que se aleja de alcanzar los estándares de calidad que solo quedan en los discursos políticos, valdría la pena revisar los procesos internos. En éstos está la clave para crear las condiciones que reviertan esos resultados, por el bien del desarrollo educativo del país.


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